Irene es el torbellino. Por donde pasa arrasa, llena de energía.
Pablo la serenidad, el control.
Ambos, la sonrisa eterna que hacen que sean tal para cual.
Durante la boda pudimos comprobar como disfrutaron desde el principio hasta el final.
Hay parejas con las que pasada su boda te queda la sensación de que tenéis algo especial.
Ya antes de su día habían dejado de ser clientes después de todo lo que había compartido con ellos.
Cuando acaba una boda como la de ellos te das cuenta que en la mochila llevas un tesoro. Con la rapidez con la que va la propia boda, ni te das cuenta de lo que has captado hasta que te sientas y comienzas a verlo.
Me ha costado muchísimo no soltar alguna lagrima y he sonreído mucho al recordar esta fiesta como si fuera ayer. Intenté y creo que pude captar cada uno de los sentimientos que tanto Irene como Pablo trasmitieron junto con su familia.
A veces pecamos de querer hacer la mejor fotografía técnicamente hablando y en este caso hemos podido centrarnos en lo que verdaderamente importaba que era su historia.
No tengo palabras para describir su boda. Cuando el universo se alinea y te encuentras con unos novios que son pura energía todo fluye más fácil.
Los pequeños detalles marcan la diferencia. Ellos lo habían puesto todo de su parte para crear una boda de lo más personal y romántica.
La Ceremonia tuvo lugar en la Iglesia de Santo Domingo, donde el Padre Pascual me trató, como cada vez que nos vemos, como si fuera de su familia.
La Dehesa Bolaños, fue el fantástico decorado que eligieron para un día tan especial. Doy fé que fuí testigo de mil y una palabras de amor y de emoción por parte de las personas que les acompañaron ese día…
Un lujo poder captar con nuestras cámaras un momento tan importante en sus vidas. Felicidades pareja!